martes, 27 de octubre de 2015

¿Quién fue Pedrarías Dávila?



¿Quién fue Pedrarías Dávila?

Fue descendiente directo de una familia de origen judaico, fundada por Diego Arias, que
llegó a ser muy poderoso en lo económico y político. Diversas investigaciones en archivos
civiles, eclesiásticos, comerciales, establecen que, a juicio de la historiadora sevillana
María del Carmen Mena García, " a partir de los años treinta es cuando se inicia la carrera
meteórica de Diego, que lo lleva a transformarse de vendedor ambulante en una de las
figuras de mayor poder político, económico y religioso de toda Castilla y sin duda un
personaje odiado por las gentes del pueblo. Eso explicaría estas anónimas estrofas de las
Coplas del Provincial, dedicadas a Diego Arias, con procaces referencias a su humilde
origen social y a su condición de judío cicunciso, que mofándose de los emblemas
eráldicos del escudo de los Arias - águila, castillo y cruz - decían así: " A ti fray Arias
puto/ que eres y fuiste judío/contigo va no disputo/que tienes gran Señorío/Águila, castillo
y cruz/¿dime de dónde te viene?/ Pues que tu p...capuz/ nunca te tuvo ni tiene/ Águila,
castillo y cruz/ judío¿ la hubiste?/ El águila es de rapiña/ el castillo del Maux/ y la cruz
donde pusiste/ a mi Redentor Jesús".


Diego Arias llegó a recaudador de las rentas del príncipe Enrique, futuro Enrique IV de
Castilla, por influencia del Marqués de Villena, también converso. Luego en 1443 accedió
al cargo de secretario del rey Juan II; cuando éste falleció subió al trono su protector y
confidente Enrique IV y se aceleraron, simultáneamente, su influencia política y su
enriquecimiento. Copó Arias cargos reales prominentes de Contador mayor, miembro del
Consejo Real y de la Orden de Santiago y Alcántara, Gran Notario de privilegios y
confirmaciones, procurador en Cortes por Segovia y Regidor de Madrid y Toledo. A la
sombra de tales posiciones, adquirió casas y tierras de labor en un centenar de pueblos de
Castilla, que conoció en su peregrinar de vendedor ambulante y recaudador de impuestos. A
la cuantiosa fortuna agregó títulos nobiliarios de señor de Alcobendas, Villaflor, Casasola,
San Agustín, Pedrezuela y Villalba, que desembocaron en la fundación del mayorazgo de
Puñoenrostro de su primogénito Pedro Arias de Avila, Pedrarías I.
El ascendiente político llegó a la cumbre en la segunda generación de Pedrarías al
acrecentarse la influencia política y eclesiástica de su hijo, el obispo Juan Arias de Avila,
que dirigió la diócesis episcopal de Segovia, entre los años 1461 y 1497. Pudo pensarse en
algún momento en la presencia de un período de incertidumbre y declinación de la familia
Arias Dávila debido a la contienda entablada en torno a la línea sucesoria de Enrique IV, los
infantes don Alfonso, doña Isabel y doña Juana la Beltraneja, hija presunta de Beltrán de la
Cueva . El posible doble juego político de los Arias irritó a Enrique IV que encarceló a
Pedrarías I y persiguió al obispo Juan Arias, acusándolos de traición al haberles confiado la
guarda de la Reina y su hija en la ciudad de Segovia: "con gran ingratitud e
desconocimiento, dieron e entregaron la dicha ciudad al marqués de Villena e al arzobispo
de Toledo e a los otros caballeros, sus secuaces, que en mi deservicio están e quisieran
prender a la dicha Reina, mi mujer, si no se acogiera a mi alcázar de la dicha ciudad".

Deslealtad de los Pedrarías Dávila
¿A quiénes fueron leales los Arias Dávila? ¿A Enrique IV que les ayudó a recabar fortuna,
pero después les enrostró deslealtad, ingratitud y perfidia? ¿A Juan Pacheco, marqués de
Villena, converso como ellos? ¿A los infantes Alfonso e Isabel? Paresciera que éstos y
futuros hechos demuestran que sólo fueron leales a sus acomodaticios intereses. Después de
la sospechosa muerte de Enrique IV y el deceso repentino y no menos dudoso del infante
don Alfonso, apoyaron a su hermana doña Isabel que se proclamó reina de Castilla en
Segovia, sin esperar el parecer de los nobles. La subida al trono de Isabel fue un tejido de
intrigas en el que el parricidio y el fratricidio podrían reclamar competencia con los dramas
de William Shakeapeare. Más aún si el drama se condimenta con la figura trágica de la
locura de Isabel de Portugal, su madre, y su hermana Juana apodada la Beltraneja, pero hija
legitimada de Enrique IV, a la que, con excusa de la demencia hereditaria, se arrastró al
convento, eliminándola de la aspiración a la corona. Descartando fríamente candidatos a
desposarla, Isabel eligió a Fernando de Aragón, a pesar de viejo refrán "De Aragón, ni
viento ni casamiento". Algunos pontífices se opusieron al matrimonio, porque ambos eran
biznietos de Juan I, el segundo rey Trastámara. Pero la proclamación del valenciano
Rodrigo Borja como el Papa Alejandro VI soldó la autorización papal del matrimonio
semincestuoso, después con canjes de bulas pontificias y nombramientos de descendientes
del pontífice.
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón estuvieron rodeados, al principio, por cristianos
nuevos de gran prestancia intelectual y religiosa. Isabel tuvo como confesor a Hernando de
Talavera. Fernando era Enríquez, linaje judaico, por el lado materno. En los primeros
tiempos de Isabel, el obispo Juan Arias alcanzó hegemonía por participar con el Arzobispo
de Toledo en la falsificación de una dispensa papal para poder desposarse. Fue compañero
de viaje y tuvo la correspondencia a su cargo. La preeminencia de cristianos nuevos, sin
embargo, había incubado enfrentamientos con cristianos viejos, desde la Edad Media. Las
Siete Partidas destacan que los judíos declarados residían en barriadas segregadas y eran
obligados a mostrar brazaletes de la estrella mosaica. Alfonso el Sabio se nutrió de
consejeros culturales judíos y arábigos, a pesar de las Siete Partidas.
Se dudó sobremanera de la real conversión al cristianismo de ciertas familias al revelarse
que en el seno hogareño regían los antiguos ritos. Se rumoró en Santiago que la madre del
obispo Arias había sido enterrada con ritos de judía practicante. Bajo ese clima de creciente
hostilidad antijudaíca presionada por la Iglesia, Isabel fue obligada a solicitar en 1478
autorización pontificia para implantar en España el Tribunal de la Santa Inquisición. En
poco tiempo las investigaciones de limpieza de sangre demandadas por los cristianos viejos
para frenar el poder de conversos forzados
(anussim) y conversos convencidos (mesumad) involucró a la familia Pedradas Dávila de
Segovia. Los cristianos viejos segovianos dudaron de la conversión de la poderosa familia,
insistiendo en que el padre y la madre del obispo fueron judíos encubiertos. Reaccionando
con presteza y astucia legalista, el obispo Juan Arias logró que el proceso entablado en
Segovia fuera remitido a la jurisdicción romana, tapizando de joyas y dinero en efectivo el
camino de Segovia a Roma.
Cuando murió a los 61 años, el obispo Arias descansó en paz al conseguir una bula que los
libró a él y a sus devotos progenitores del delito de herejía judaica. Más tarde, las sombras
de los inquisidores no obstruyeron el nombramiento de otro Pedradas Dávila como
gobernador y capitán general de ese gran error llamado Castilla del Oro, mediando
influencias judaizantes. La influencia recorrió largos pasillos. Beatriz de Bobadilla, después
marquesa de Moya, había sido compañera de juegos infantiles, y acompañante de Isabel en
las duras y en las maduras. La Bobadilla casó con el converso Andrés Cabrera, custodio del
Alcázar de Segovia donde Isabel vivió horas decisivas. "Después de la de Castilla, la
Bobadilla" rezó el dicho segoviano. De esa guisa, cuando el obispo de Burgos, presidente
del Consejo de Indias y capellán mayor del Rey Fernando recibió el favor del
nombramiento de Pedradas Dávila el Justador como gobernador de Castilla del Oro,
procesó la convergencia de las dos líneas del obispo Juan de Arias y Beatriz de Bobadilla.
No era un pedido; era casi una orden. Fiel a la herencia de los compromisos de su consorte,
el monarca aragonés no vaciló en firmar en Valladolid la real cédula del 27 de julio de
1513, máxime si doña Isabel de Bobadilla era sobrina de la dama de compañía de Isabel. El
obispo Fonseca adornó el nombramiento diciéndole por escrito al rey : " Vuestra Alteza ya
tiene grande noticia del esfuerzo y valor de Pedradas, y las hazañas que por su persona, así
como capitán que vuestro ha sido, como padicular persona, siempre hizo en las guerras de
África, donde Vuestra Alteza le ha enviado, y cómo en todas muchas veces se señaló y
cuánta experiencia de las cosas de guerra tiene y para las de paz cuan buen entendimiento
es dotado, allende haberse criado en vuestra casa real desde su niñez, de donde se sigue que
más que otro procurará vuestro servicio de Vuestra Alteza, que porque otros pretendan este
cargo por su propia sola codicia, que no os han servido tanto, ni la mitad, ni tienen tantas y
tales partes".
Bien conocía Fernando los favores de los Arias Dávila a su consorte y por derivación a él
mismo en Segovia, en circunstancias en que Enrique IV pudo borrar del mapa de la
monarquía a Isabel de Castilla y al rey de Aragón. En un escrito a los oficiales de la Casa de
Contratación, Fernando se declaró satisfecho del nombramiento de Pedradas,
manifestando: "He holgado de haberos parecido bien la persona e habilidad de Pedrarias de
Avila, como me lo escribís, e por tener yo de él tal concepto y su servidor nuestro le proveí
del cargo que lleva". Sin embargo, Fernando se había opuesto a que los conversos pasasen a
las Indias, instruyendo al Consejo de Indias que " se impidiera con disculpas, aun cuando se
presentaran provistos de la composición o pretendiesen apoyarse en interpretaciones
favorables de la pragmática".
Todos esos antecedentes de favores y contradicciones, de pactos tácitos del poder sigiloso
de los conversos, impusieron el favoritismo para que gobernase Castilla del Oro un hombre
que nunca había puesto pie en las Indias, posponiendo al heroico baqueano que, de la isla
Española a la mar del Sur, conocía cada palmo de tierra y abrió la ruta mítica del imperio
del oro y la plata.
Pedrarias inauguró el gobierno de los burócratas. Llegaron con él los hidalgos
desengañados que iban a embarcarse con el Gran Capitán con dirección a Ñapóles para
oponerse al expansionismo del rey de Francia. Aquellos ilusos se habían preparado para
gozar de las lisonjas de París, pero encallaron en un poblado selvático del Darién. La
frivolidad de Pedradas afloró al aceptar una tripulación de dos mil cortesanos sin callos en
las manos, embaucados por la fabula del oro que se recogía con redes en los ríos. Por
fortuna en aquella magnifícente expedición llegaron Gonzalo Fernández de Oviedo, Bernai
Díaz del Castillo, Hernando de Soto, Diego de Almagro, Sebastián de Benalcázar, Pascual
de Andagoya.
"Recibió mucha gente noble Pedrarias en la corte - refiere Las Casas - y cuando llegó a
Sevilla halló 2.000 hombres nobles y mancebos, tan bien dispuestos, lucidos y ataviados
(que se le ofrecieron ir con él a su propia costa y sin sueldo alguno) que le hizo dolor no
llevar tantos; y aunque tenía limitado el número de la gente por el rey, que no pasasen de
1.200, no pudo estrecharse tanto, que por ruegos, favores e importunidades, 1.500 no
llevase".
Después del fracaso de las expediciones de Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa, la corona
decidió emprender directamente el financiamiento de la expedición de Castilla del Oro y
desistir un tiempo de las capitulaciones. Fue una decisión lubricada por la ambición de
aprovechar los supuestos yacimientos auríferos del Darién. Fernando pretendió ganar un
porcentaje superior al quinto del rey. La flota capitaneada por Pedrarias fue la más grande
de la epopeya de la conquista, pero la inversión estatal arrojó resultados magros. Grande en
número de barcos, personas y dinero. Pero pequeña en previsión de los hechos que iba a
ocasionar en Santa María la Antigua. El desembarco de la " lucida gente" provocó de
entrada una disminución de proporciones catastróficas en el abastecimiento de alimentos y
la nueva población llegada con Pedrarias. Fernández de Oviedo y Las Casas relatan lo
acontecido luego que comenzaron a gastarse los alimentos y bastimentos que la flota había
traído. Cuando las raciones se acabaron surgieron privaciones, al principio, y
enfermedades, después, al desatarse el hambre. Contrastando con los vecinos de la villa que
tenían indígenas a su servicio y provisiones para asegurarse raciones de maíz, los nobles
quedaron al garete. Vagaban sin rumbo, pálidos y sudorosos, ofreciendo dinero para obtener
comida. " Cresció esta calamidad de hambre en tanto grado - relata Las casas - que morían
dando quejidos "dame pan" muchos caballeros y que dejaban en Castilla empeñados sus
mayorazgos , y otros que daban un sayón de seda carmesí e otros vestidos ricos porque les
diesen una libra de paz de maíz o biscocho de Castilla o cacabi. Una persona, hijo algo de
los principales que había traído Pedrarías iba un día clamando por una calle que perescía de
hambre, y delante todo el pueblo, cayendo en el suelo, se le salió el ánima. Nunca paresce
que se vido cosa igual; que personas tan vestidas de ropas ricas de seda y aún parte de
brocado, que valían muchos dineros, se cayesen a cada paso muertas de pura hambre; otros
se salían al campo y pascían y comían las hierbas y raíces que más tiernas hallaban, como si
fuesen ganados; otros que tenían más vigor, traían sin vergüenza del monte haces de leña
por cualquiera pan que les daban. Morían cada día tantos que en un hoyo que se hacían
muchos juntos se enterraban, y a veces si cavaban una sepultura para uno del todo no la
querían cerrar, porque se tenía por cierto que pocas horas habían de pasar que no muriesen
otros que lo acompañasen".
Alegando achaques de salud por contaminación de pantanos aledaños a la villa, Pedrarias se
retiró a otro lugar con su esposa y su séquito privado. Poco o nada ayudo para afrontar las
calamidades desatadas contra los hidalgos. Investigaciones de Mena García han esclarecido
que Pedrarías llevó gran cantidad de provisiones de Castilla para su consumo y desatendió
las patéticas privaciones que llevaron a otros a la muerte. Peor aún, hubo especulación de
los precios de alimentos transportados de Castilla. Hubo viajeros que fueron a Santo
Domingo, huyendo de la catástrofe y describieron allá los espantosos sucesos que
diezmaron a los hidalgos que partieron en pos del oro y hallaron la muerte en circunstancias
que no pudieron concebir.
A este primer mensaje de las muchas muertes que cobijó Pedrarías afloró otro acto de
crueldad y barbarie por iniciativa del Bachiller Fernández de Enciso, que regresó al Darien
como miembro de la flota de la que desembarcaron antiguos enemigos de Balboa. Las
Casas lo califica como " defecto de ignorancia" del Consejo de Indias. Pero el
Requerimiento propuesto por Enciso a los togados españoles fue aleación de iniquidad
teológica y prepotencia imperialista. De acuerdo al texto y protocolo del Requerimiento,
escrito por los juristas de la corona, antes de entrar en combate los españoles, un heraldo
debía notificar, por supuesto, en lengua castellana y no en los dialectos indígenas
desconocidos que llegaban a la tierra enviados por Dios y el Rey; que los indígenas debían
asumir de inmediato la religión católica, apostólica y romana y someterse como vasallos del
monarca. " Vos rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os decimos, y toméis
para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia
por señora y superiora del Universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado papa, y en su
nombre al rey y a la reina doña Juana, nuestros señores en su lugar, como a superiores y
señores y reyes destas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación, y consintáis y
deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho... y si no lo
hicierdes, y en ello dilación maliciosamente pusierdes, cerificóos que con la ayuda de Dios ,
nosotros entraremos poderosamente contra vosotros y vos haremos guerra por todas las
partes y maneras que pudiéramos , y vos subjetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y
Sus Altezas y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos
esclavos, y como a tales los venderemos y dispodremos dellos como Sus Altezas mandaren
, e vos tomaremos vuestros bienes y vos haremos todos los daños y males que pudiéremos
como a vasallos".
El jurista Palacios Rubios ordenó el uso del Requerimiento como una exhortación a la
salida del paganismo hacia la religión católica y una advertencia de la violencia
devastadora que se abatiría sobre los indígenas, sus bienes y su cultura. El Requerimiento
fue un fracaso total, primero, porque se leía en castellano y no en lengua indígena; segundo,
porque represento un irrisorio sentimiento de culpa de un imperialismo monárquico
inmisericorde y depredador que invocó a Dios para barnizar conductas anticristianas.
Lluvias de flechas caían sobre el vocero del ininteligible Requerimiento pronunciado en
extraña lengua. Fernández de Oviedo aconsejó a Pedradas que enjaularan a los caciques
para enseñarles poco a poco el contenido del Requerimiento. Cuando un cacique conoció lo
que era el Requerimiento dijo que el Papa debía estar fuera de si al conceder sus tierras al
Rey y que el monarca debía estar ebrio al pretender usurpar bienes ajenos, y que ellos
darían un palo en la cabeza a quien pretendiera tomar por la fuerza sus dominios.
En verdad, la conquista del Darién y las Indias fue un ejercicio descomunal de práctica del
Requerimiento.
Desde que zarpó de San Lucas de Barramedas, el doce de abril de 1514, con flota numerosa
de doce o quince velas en la que viajaba
"la más lucida gente de España", Pedrarías arrasó todos los poblados indígenas que le
salieron al paso.
Pero su víctima principal fue Vasco Núñez de Balboa.
Su objetivo fue reescribir la historia de Castilla del Oro.
Creyó que, premunido de la real cédula de Fernando, iba a liquidar moralmente a Balboa,
cubriéndolo de calumnias y pinchos de hierro por la desaparición de Diego de Nicuesa en la
alta mar.


Grande fue su indignación cuando Balboa se le escapó de las manos por el nombramiento
real de Adelantado de la mar del Sur.
Luego echó mano del juicio de residencia por la gobernación de Santa María la Antigua.
Gaspar de Espinoza le disuadió, anotándole que no encontraron irregularidades económicas
en la conducta del gobierno de la villa. Mas al contrario, Balboa había pacificado indígenas
y había extendido los dominios hispanos hasta las orillas del mar meridional.
Pedrarías intrigó que la manera más eficaz para sacar del juego al plebeyo jerezano que lo
recibió calzando alpargatas. La conjura consistía en reescribir la historia de concordia y
entendimiento con una nueva historia de violencia y robo de los indígenas confederados.
Instruyó al capitán Juan de Ayora a fin de que llevara cuatrocientos hombres para arrasar las
tierras de los caciques Comagre, Pocorosa y Tubanamá. Toda la labor de Balboa se fue al
piso. Ayora despachó a Francisco Becerra con 150 hombres a la región de la mar del Sur y a
Garci-Alvarez con 200 hombres tierra adentro en el dominio del cacique Ponca. Los
caciques les recibieron alegremente como a enviados de Vasco Núñez. Pronto, sin embargo,
se cercioraron que en España había hombres de acciones funestas, diferentes a Balboa,
hombres que fingieron amistad para robarles oro y provisiones y secuestrarles mujeres y
niños. Más adelante Pedrarías despachó a su sobrino con 200 hombres y dos navios a la
provincia del Cemú, donde había mucha riqueza, según fuentes indígenas. Tras el sobrino
partió el bachiller Encisso al Cemú, convencido de que su estupenda elucubración del
Requerimiento, abriría las puertas al vasallaje y al enriquecimiento. Allí, precisamente, el
ladino bachiller, tan incompetente como jurista que como soldado, recibió la célebre
respuesta de que el Papa debía estar borracho cuando concedía bienes ajenos y el rey un
loco por tomar aquella arbitraria merced como legítima. Confesó Enciso: " Yo les torné a
requerir que lo hiciesen; sino, que les haría la guerra y les tomaría el lugar y que mataría a
cuantos tomase o los prendería y los vendería por esclavos. Ε respondiéronme que ellos me
ponían primero la cabeza en un palo e trabajaron por lo hacer, pero no pudieron porque les
tomamos el lugar por fuerza, aunque nos tiraron infinitas flechas e todas herboladas, e nos
hirieron dos hombres con hierba y entrambos murieron de la hierba". Las Casas sostuvo
que lo narrado por Enciso era un fraude.
Un paisaje de pánico y desolación se propagó por doquiera. Huían los naturales a la noticia
que se aproximaban los cristianos. Las entradas acumularon mucho oro. Todos en la villa
quisieron participar en las entradas y retornar con tesoros, aunque algunos perdieron la vida
en las andanzas. Las Casas calificó a Pedrarías de "furia domini". Más pareció furia del
diablo que furia del Señor.
Maniatado por el desencadenamiento de la iracundia homicida y depredadora, Balboa
contempló, sin poder remediarlo, la liquidación de la política de pacificación. Los capitanes
de Pedrarías iban y tornaban de los territorios descubiertos. En esa circunstancia, Pedrarías
maquinó ordenarle que saliera a la búsqueda de las riquezas del ídolo o dios del Dabayde,
aguas arriba del río Grande del Darién. Balboa había inventado la fábula del Dabayde para
ganar la gracia del rey. Al constatar que tales riquezas no aparecían por parte alguna,
Pedrarías envió a Vasco Núñez con 200 hombres y canoas para remontar aquella región de
sombría leyenda. Prisionero de su propia alucinación, Balboa se embarcó en la aventura del
Dabayde. Pedrarías logró carcomer su prestigio al regresar herido y derrotado Balboa por
fieros indígenas que los atacaron en el río y en la tierra sin concederles tregua. El
descubridor de la mar del Sur desconocía la región. Allí murió Luis Carrillo, hombre de
Pedrarías.
Pedrarías y su esposa urdieron el matrimonio de Balboa con su hija Maria Contreras, que
vivía en Segovia, para ganar su compadrazgo con una boda en papeles. Lograron el
matrimonio estrictamente documental y, por ende, jamás consumado del jerezano con una
hija de Pedrarias llamada María Contreras. Pero esa fútil unión empeoro de manera
definitiva la incompatibilidad de Balboa y Pedradas. Los capitanes Gaspar de Morales,
Diego de Albites y Gonzalo de Badajoz continuaron explorando territorios pegados a la
costa. Allí fue que Gaspar de Morales subió a un mirador de madera de la mano de un
cacique que, señalándole desde lo alto, las desconocidas tierras del sur, le confió que por
esa zona había oro y perlas más grandes que las que Isabel de Bobadilla vendió a la
Emperatriz por cuatro mil ducados. Morales ratificó a Pedrarias la noticia del lejano reino
aurífero, ya escuchada antes por Francisco Pizarro de labios de Panquiaco.
Resonaba todavía en las orejas de Balboa la misma voz de Panquiaco, hijo de Comagre,
sobre las tierras del oro allende el océano. Pensó Balboa que su destino era viajar a esas
incógnitas tierras.
Gracias a la intervención del Obispo Quevedo, obtuvo Vasco Núñez autorización de
Pedrarias para establecerse en el puedo de Acla y hacer navios en la mar del Sur,
aprovechando los árboles de buena madera. Por aquel tiempo llegó a Acia el licenciado
Gaspar de Espinosa, después de haber diezmado a su paso las tierras del Darién. El astuto
abogado habíase trasmutado en la primera lanza de Pedradas. A caballo atravesó Espinosa
la selva, aterrando a los aborígenes por la fuerza de la carga de los solípedos que los
alcanzaban para alancearlos más rápido que el viento. Reunió más oro que los otros
capitanes, superándolos también en el número de cautivos esclavizados que puso al servicio
del capitán general. De alcalde mayor, Espinosa pasó a ser el más beligerante y temido de
los capitanes de Pedradas. Fray Francisco de San Román escribió una cada a Fray Pedro de
Córdoba relatando que Espinosa, a quien "las letras no embotaban la lanza" que en sus
excursiones ahorcaba y cortaba narices y manos y aperreaba a los indígenas. San Román
confirmó en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla que Espinosa pasó por las armas a cerca
de cuarenta mil ánimas.
Veraces o exageradas las noticias frailunas de las masacres de Espinosa, fueron el sello de
su calificación como cruel capitán de expediciones. Pedradas había logrado el
congelamiento de Balboa como colonizador y como jefe de entradas. Confiarle la
construcción de navios tuvo una segunda intención que Balboa rápidamente entendió. Sin
saberlo, el anciano gobernador le puso al frente del proyecto que rumiaba desde que arribó
a la mar del Sur.
La organización del puedo de Acla constituyó el primer peldaño del plan. A continuación se
estableció en las riberas del río de las Balsas para levantar el astillero. Caravanas de
indígenas semiesclavizados cargaron la madera de los bosques de Acla al astillero del río de
las Balsas. Como el proyecto tuvo el beneplácito de Pedradas consiguió anclas, clavazón,
jarcias y los insumos indispensables para armar dos navíos. La descarga de lluvias
torrenciales hinchó el caudal del río, causando una inundación de efectos desastrosos. El
agua desmanteló los navíos por inconsistencia de la madera y arrasó el astillero. Pedradas
envió gente auxiliar para levantar el campamento. Balboa aprovechó el exceso de la
naturaleza para esconder sus planes de evasión del control del gobernador. Eligió un tipo de
madera más sólida y reemprendió la construcción de nuevos navios aparejados para viajes
más audaces. Estimuló su propósito la posible remoción de Pedradas por la llegada de Lope
de Sosa como gobernador reemplazante. Pero lo perdió la confianza en la remoción. Un
enviado de Pedrarias, Francisco Garavito, que llegó al puerto llevando aparejos, oyó la
conversación de Vasco Núñez con el notario Andrés de Valderrábano y el clérigo Rodrigo
Pérez sobre el viaje secreto a la lejana tierra del oro informada por Panquiaco. Garavito
mandó un mensajero a Pedradas, advirtiéndole lo que Balboa maquinaba con aliados. La
información encolerizó al gobernador que decidió dirigirse a Acia para desbaratar
personalmente la conjura. De acuerdo a Las Casas, Garavito " escribió a Pedrarias que
Vasco Núñez iba como alzado, y con intención nunca más obedecelle, ni estar a su
obediencia y mandado, y Pedrarías, como siempre del estuvo sospechoso, que nunca pudo
tragallo, poco era menester para que lo creyese por verdad, porque corazón que sospecha,
una vez alterado, fácil cosa es en aquello que teme del todo derrocallo". Agravando
sospechas, Pedrarías interceptó una carta enviada de Cuba en la que aliados de Vasco
Núñez confirmaban embarcarse rumbo a las regiones australes. Llegado al puerto de Acia
para deshacer la conspiración, Pedrarías escribió a Balboa que llegase al puerto. Como
demoró algo, mandó a Francisco Pizarro a prenderlo. Al verse rodeado, Balboa increpó a su
compañero de viaje a la mar del Sur:

" ¿Qué es esto Francisco Pizarro? no solíades vos así salirme a rescibir".

Por orden personal del gobernador fue apresado en la casa de un vecino. Envió a Bartolomé
Hurtado para que tomase el control de los navios en construcción. Encargó a Gaspar de
Espinosa que dejara la lanza de capitán y se pusiera la toga de juez para procesar al rebelde.
Desempolvó Espinosa la cédula de Fernando autorizándole al apresamiento del jerezano
por otros cargos que también involucraron a Luis Botello, Fernán Muñoz, Andrés de
Valderrábano, Hernando de Arguello y Andrés Garabito, quien después fue puesto en
libertad por achacar actos de traición a Balboa.
Serrano y Sanz afirma que se perdieron los procesos instruidos a Vasco Núñez y sus
compañeros, todos ellos sentenciados a la pena de muerte y degollados en el puerto de
Acia. En el año de 1525 el Consejo de Indias requirió al Alcalde Mayor de Castilla del Oro
que remitiese los procesos originales instruidos por Espinosa contra Valderrábano y
Arguello a solicitud de un recurso judicial entablado por la viuda de éste y los hermanos de
Balboa para obtener por vía judicial alguna restitución de los bienes dejados en Castilla del
Oro. Fernández de Oviedo relata que " mandó el Gobernador a su Alcalde Mayor el
licenciado Gaspar de Espinosa que con mucha diligencia entendiese luego en la residencia
e la hiciese pregonar contra Vasco Núñez e mando que se acumulase la primera que se le
avía comencado a tomar, cinco años o más avía, e nunca se avía acabado; e todos los
crímenes y excesos que del Adelantado se pudiesen saber, con la muerte del Capitán Diego
de Nicuesa, e que todo se le truxese a conseqüencia; e que assimesmo en el tiempo que
Vasco Núñez avía gobernado la tierra avía tomado una marca real de marcar el oro al
veedor Silvestre Pérez e le avía hecho morir de hambre e otros delitos."
Vasco Núñez apeló la sentencia a muerte ante el Emperador y el Consejo de Indias. Se
confió al escribano Cristóbal Muñoz que remitiese la apelación a la autoridad real.
Pedrarías respondió por escrito que no se enviase la apelación sino que se cumpliese la
sentencia de muerte.



DISGUSTO CON BALBOA Y SU EJECUCION. 
Muchos pleitos y disgustos tuvo Pedrarias con cuantos le rodeaban y en el mes de Enero de 1519 Pedrarias entabló acusación por rebeldía en contra del Adelantado del Mar del Sur, Vasco Núñez de Balboa y después de un proceso falso y tenebroso le hizo decapitar en Acla a pesar de las súplicas y ruegos de los vecinos junto con sus compañeros los capitanes Valderrábano, Botello, Hernando Muñoz y Fernando Argüello. 

Refiere este dramático pasaje el Padre Las Cásas, citado por Don Pablo Alvarez Rubiano de la manera siguiente: "yendo el pregonero delante - de Balboa diciendo a voz alta: "Esta es la justicia que manda hacer el rey, nuestro señor, y Pedrarias su lugarteniente, en su nombre, a este hombre, por traidor y usurpador de las tierras subjetas a su real corona, etc." Lo cual, oído por Vasco Núñez cuando lo sacaban, levantó los ojos y dijo: "Es mentira y falsedad que se me levanta, y, para el caso en que voy, nunca por el pensamiento me pasó tal cosa ni pensé que de mí tal se imaginara, antes fué siempre mi deseo servir al rey como fiel vasallo y aumentarle sus señoríos con todo mi poder y fuerzas". No se le aprovechó nada su afirmación, y así le cortaron la cabeza sobre un repostero harto viejo, habiéndose antes confesado y comulgado, y ordenado su alma según lo que el tiempo y negocio le daban lugar. 


Luego, tras él, la cortaron a Valderrábano y tras aquél, a Botello, y tras éste, a Hernando Muñoz, y el postrero fue Argüello, todos cinco por una causa viéndose unos a otros; y porque para degollar al Argüello quedaba ya poco día viniendo la noche, hincáronse de rodillas todo el pueblo ante Pedrarias pidiéndole por merced que diese la vida a Argüello, pues, ya eran muertos los cuatro y parecía que Dios, con enviar la noche, aquella muerte atajaba. 

No blandeó Pedrarias en nada, antes con gran pasión les respondió, que si querían que aquel viviese, en sí mismo quería se ejecutase la justicia; y desta manera, con grande angustia y dolor de todos, y aún lágrimas de algunos, fenecieron todos cinco aquel día, y así quedó Pedrarias sinsospecha de Vasco Núñez de Balboa, que tanto trabajó de aumentarlos señoríos del rey, como él dijo,matando y destruyendo aquellas gentes, con tan ignominiosa muerte, al tiempo que más esperaba subir".

También tuvo disgustos con el Obispo y con el famoso Cronista Oviedo quien le acarreó muchas dificultades habiendo logrado el 30 de Marzo de 1519 que fuera nombrado un nuevo gobernador, siendo designado para ello Lope de Sosa quien era gobernador de las Canarias.

Lope de Sosa llegó a Santa María el 18 de Mayo de 1520 muriendo a bordo del barco que lo traía y sin haberse hecho cargo de la gobernación, por lo que Pedrarias le hizo un magnífico entierro, atendiendo muy bien al resto de los recién llegados (entre ellos el juez que le iba a tomar juicio de residencia llamado Alarconcillo) y continuó en carácter provisorio, gobernando la Provincia.

De inmediato mandó a su esposa a España para que gestionara que lo confirmaran en el cargo y Carlos V que se encontraba muy ocupado en las guerras de las Comunidades en España lo confirmó para ello el 7 de Septiembre de 1520 continuando en el gobierno de la Colonia hasta el año de 1526 que pasó a Nicaragua como Gobernador.

Gonzalo Núñez de Balboa, hermano de Vasco Núñez, años después de los trágicos
descaecimientos contra el descubridor de la mar del Sur, demandó al rey que se hiciese
justicia a Pedrarías. El monarca remitió la solicitud al Consejo de Indias, que la remitió a
Pedrarías para que resolviese la pertinencia.
Consumada la sucesión de afrentas a la justicia, Pedrarías nunca enfrentó el juicio de
residencia por sus latrocinios. El juicio que le hizo Pedro de los Ríos fue un simulacro.
Después de los sucesos de Castilla del Oro, Pedrarías continuó rescribiendo la historia, o
creyó que podía reescribirla con decisiones recargadas de odio contra Balboa. Entregó a
Diego Albites el segundo descubrimiento de la mar del Sur. Ordenó la destrucción de Santa
María la Antigua y fundó la ciudad de Panamá. Fijó las fronteras al norte y al sur
abandonando el Golfo de Urabá y desembarcando en Punta Burica.
Como recompensa a sus iniquidades le nombraron gobernador de Nicaragua, donde
continuó decapitando capitanes que pudieran ensombrecer su fama. Francisco Hernández
de Córdoba fue el Vasco Núñez de Balboa de Nicaragua. Pedrarías Dávila falleció el seis de
marzo de 1531 en la ciudad de León. Antes de viajar a las Indias dictó el testamento en San
Lúcar de Barrameda el 26 de febrero de 1514. En los dieciséis años que vivió entre Panamá
y Nicaragua, su patrimonio creció como una montaña de oro, perlas y tierras, empapada
con la sangre de sus detractores innumerables. Pero para no descubrir el caudal de su
patrimonio y no expiar culpas ante el Jesucristo que juró defender, aunque siguió
protegiendo conversos que el obispo Juan de Quevedo reseñó con pelos y señales, Pedrarías
Dávila no se arriesgó a dejar un segundo testamento. Años después de su muerte, su hija
María Contreras, viuda nominal de Vasco Núñez de Balboa, alegó derechos sobre bienes de
su padre en Panamá y Perú, azuzando a sus hijos a emprender una revuelta que tuvo
desenlace infortunado.


Después de regresar Gil González a Panamá en el año de 1523 y rechazar la propuesta de Pedrarías para una nueva expedición, determinó éste ir a ocupar aquellas tierras enviando para ello a Hernández de Córdoba en el año de 1524.

Poco después Gil González esta vez solo y por su cuenta saliendo de la isla La Española desembarcaba en Honduras con intención de regresar a Nicaragua por ese lado evitando así a Pedrarias.

Por su parte, Hernán Cortés que pretendía tener derechos en Honduras, supo de esta expedición y envió para detenerla a Alvarado por tierra y a Cristóbal de Olid por mar. 
Olid traicionó a Cortés y se le reveló disponiéndose a conquistar Honduras por su cuenta, habiéndose encontrado con Gil González que hacía lo mismo, tuvieron pláticas y se aliaron para defenderse el uno de Cortés y el otro de Pedrarias. Cortés se irritó mucho y se vino de México a prenderlo y envió varias armadas en su contra, una de ellas al mando de Francisco de las Casas.

Entre tanto, habían tenido lugar notificaciones y encuentros armados entre Hernández y Gil. De las Casas llegó a Honduras y en forma accidental pues había derrotado a Olid, cayó en sus manos. Olid ya tenía prisionero a Gil González, su antiguo amigo y en una de tantas se juntaron ambos prisioneros y capturaron a Olid, lo degollaron con su mismo ejército y partieron hacia México sin saber que Cortés venía para Honduras.

Con tales sucesos el escenario quedó limpio entre Hernández y Cortés, quienes entraron en pláticas y arreglos recibiendo Hernández ayuda y regalos de Cortés, todo lo cual sabido por Pedrarias motivó su traslado urgente a Nicaragua como ya lo vimos al tratar de Francisco Fernández de Córdoba.

SU VIAJE A NICARAGUA Y EJECUCION DE, DE CORDOBA. 
Alarmado Pedrarias con el peligro de perder la Provincia de Nicaragua que estaba a punto de pasar a poder de Cortés, salió de Panamá con un ejército a principios de 1526 a pesar de encontrarse en situación muy difícil pues ya tenía noticias de la próxima llegada del Licenciado Salmerón quien venía a tomarle nuevo juicio de residencia y también sabía que había sido sustituido en la gobernación de "Castilla del Oro" por Pedro de los Ríos.

Sin embargo no se amilanó y pasó a Nicaragua con su ejército habiendo prendido a Fernández en Granada por medio de una avanzada al mando del Capitán y Veedor Martín Estete como ya lo hemos dicho ajusticiándolo en León previo juicio que en su contra levantó Diego de Molina, a fines del mismo año de 1526 sentando sus reales en dicha plaza en espera de nuevos acontecimientos.

Carlos V con mucho más sentido de orden que sus antecesores dictaban continuamente reglamentaciones y ordenamientos para los múltiples negociosde su vasto imperio y exigía de sus funcionarios superiores un estricto cumplimiento de ellos, estos a su vez hacían otro tanto con sus subordinados, pero desgraciadamente para el uno y los otros, las normas dictadas estaban muy lejos de ser cumplidas pues los medios coercitivos para su validez se tornaban ineficaces dada la larga distancia que separaba el foco central de poder o los delegatarios del mismo de sus diferentes puntos de enfoque.

Esta ineficacia práctica en la aplicación de las normas jurídicas, unida a la carencia total de concepciones humanitarias y científicas en la legislación penal de la época hacían que el castigo contra quien se reputaba violador de la ley, fuera excesivamente inhumano y violento, el "Dura est lex, sed lex" se aplicaba entonces en toda su magnitud y dureza.

El español sin la tradición cultural de otros pueblos antiguos y de carácter díscolo y anárquico, no estaba preparado para una recta aplicación de la ley en el sentido de tener simpre como finalidad ulterior el logro de la justicia y el bien.

La hermenéutica jurídica se volvía un arma terrible siempre encaminada hacia la protección de los intereses del poderoso o sus amigos, fue esta costumbre de anteponer el interés del hombre al sano espíritu de la ley la que con el tiempo se hizo institución y ahora casi es hereditaria y endémica en nuestros pueblos Iberoamericanos.

Martín Estete ocupó el cargo de Teniente de Gobernador por Pedrarias, Juan Téllez de Tesorero, Juan de Ampudia Contador y Miguel de Rivas, Factor, estando así el Gobierno de la Provincia en el año de 1526.

En esos días recibió de Hernández de Saavedra quien gobernaba en Honduras por encargo de Cortés, carta pidiéndole que detuviera a su Capitán Benito Hurtado, que ocupaba Olancho y amenazaba con incursionar dentro del territorio de su gobernación.

Pedrarias le contestó que sometería la disputa al fallo de la Audiencia de Santo Domingo y que ya había escrito a Cortés reclamándole el Puerto de Navidad que era de su gobernación. (17)

Mientras tanto, Hurtado probablemente con instrucciones secretas del viejo Pedrarias cargó sobre Saavedra y ayudado por el Capitán Gabriel de Rojas ocupó el Puerto de Navidad en la costa Norte de Honduras. Desgraciadamente no sirvió de nada su acción, pues poco después fue obligado a retirarse y los indios lo atacaron en Olancho recibiendo la muerte muchos de sus soldados.

En 1527 se dió cuenta Pedrarias que ya estaban en Panamá Pedro de los Ríos, para sustituirlo como gobernador y Salmerón para residenciarlo por lo que se vio obligado a dejar León y salir hacia Panamá dejando encargados del Gobierno de Nicaragua a los Capitanes: Gabriel de Rojas y Andrés de Garavito, de Teniente General y Comandante de la fortaleza de León al Veedor Martín Estete, de Teniente de la fortaleza de Granada a Diego de Tejerina, de Teniente en Bruselas a Gonzalo de Badajoz, de Teniente en las Minas de la Buena Esperanza a Francisco Campañón, de Teniente en Villa Hermosa al Capitán Benito Hurtado.

Una vez que hubo llegado a Panamá se dedicó a convencer a, de Los Ríos de que fuera a Nicaragua en donde según le dijo había mucha riqueza y podía vender la mercadería que había traído de España (parece que traía como cosas propias, mercaderías para la venta.)

DIEGO LOPEZ DE SALCEDO Y PEDRO DE LOS RIOS EN LEON.
Antes de estos acontecimientos en 1526 ya había llegado Diego López de Salcedo a Honduras como nuevo gobernador nombrado por la Audiencia de Santo Domingo (Española) y parece que de inmediato pretendió que Nicaragua formaba parte de su gobernación por lo que procedió a alistarse para ocupar dicha Provincia.

Entre tanto ya tenía detenidos a Albítez, Belalcázar y Espinoza regidores los dos primeros y escribano el último de la ciudad de León que le habían ido a notificar y requerir para que se pusieran Saavedra y demás autoridades de Trujillo bajo las órdenes de Pedrarias por estar en su jurisdicción territorial. Pasó López a Olancho en donde combatió con algunos colonos nicaragüenses y se dedicó a ahorcar y exterminar a cuanto indio encontraba a su paso para despoblar la región y que no pudiera ser trabajada.

Sabiendo que ya no estaba Pedrarias en León marchó hasta esta ciudad llegando a ella a principios de Mayo de 1527 mientras en la misma fecha llegaba a Granada Pedro de los Ríos pretendiendo cada uno de ellos que estas ciudades y la Provincia de Nicaragua les pertenecía por formar parte de sus respectivas gobernaciones.

Como en cédula del 20 de junio de 1526 se mandaba al difunto Francisco Hernández, Lugarteniente de Pedrarias en Nicaragua que diera cuenta de todo lo por él descubierto a Pedro de los Ríos y obedeciera a su persona, pretendía este último con fundamento en dicho documento que su gobernación de Tierra Firme (Panamá) comprendía también la de Nicaragua.

Martín Estete que quedó en León de Teniente General y justicia mayor, cuando se fue Pedrarias, procedió de inmediato a reunir a los justicias y regidores de la Ciudad y todos ellos pidieron a López que presentara las cédulas y provisiones que lo acreditaban como gobernador, lo mismo se pidió a de los Ríos que ya había llegado a León procediendo todos al examen de los títulos, notando de inmediato que los de, de los Ríos no decían nada al respecto por lo que se decidieron por los de López que juzgaron mejores, aunque no suficientemente claros.
Varios historiadores nicaragüenses coinciden que la primera gobernación española, en este caso la de Pedrarias Dávila, fue la más sangrienta y cruel de su época. Según el escritor Patrick S. Werner, en su libro "Epoca Temprana de León Viejo: Una Historia de la Primera Capital de Nicaragua", en 1522 el oeste de Nicaragua era habitado por 600 mil o 700 mil indios. Pero en 1550, después de 28 años de administración hispánica, la población de indios había disminuido a 42,000, incluyendo hombres, mujeres y niños; esto significaba una pérdida del 92 por ciento de las almas que existían antes de la llegada de los españoles". Ya "en 1581 habían apenas 25,000 indios", únicamente, afirma el escritor. Los indios nicaragüenses "eran miembros de las cuatro tribus dominantes, Chorotegas, Nahuas, Maribios y Chontales".


El primer gobernador de la Provincia de Nicaragua, Pedrarias Dávila,
quien murió el 6 de marzo de1531La Gobernación de Pedrarias Dávila en la Provincia de Nicaragua fue muy corta, de 1527 a 1531, pero en estos pocos años la actuación de Pedrarias fue muy marcada por las decisiones que tomó contra los gobernados, incluidos españoles e indígenas. Esto lo llevó al exterminio de miles de aborígenes y a decapitar a Francisco Hernández de Córdoba, capitán de sus fuerzas militares.
El Rey por Provisión del 20 de Noviembre de 1525 había conferido el título de Gobernador del Golfo de las Higueras y Cabo de Honduras a Diego López de Salcedo extendiendo dicho cargo a sus provincias, y como además se le mandaba que tuviese la gobernación de todas aquellas provincias sobre las que había diferencias, Salcedo pensando que este era el caso de Nicaragua por los múltiples alborotos de León y Granada quiso extender su dominio sobre esta Provincia,Granada acuerpó la determinación de León en iguales términos por lo que fueron enviados algunos apoderados para pedir a S. Majestad que nombrara nuevo gobernador para la Provincia con residencia en ella para evitar a los vecinos futuros males.

López fué recibido el 6 o 7 de Mayo de 1527 por las autoridades siguientes: Martín Estete, Teniente General de Pedrarias, siéndolo posteriormente también de López; Juan Talavera, Alcalde; García Alonso, Fco. Núñez, Diego de Mercado, Diego de Caballero, Diego de Galeano, Regidores: Diego de Tapia, Escribano y Rodrigo del Castillo, Tesorero (quien depositó la Tesorería en Alonso Peralta en el mes de Septiembre del mismo año, ejerciéndola -hasta el mes de julio de 1528).

López de Salcedo fué reconocido por los Concejos como legítimo Gobernador de Nicaragua desde el mes de Abril de 1527 hasta el de Marzo de 1528.

Se ignoraba en León una serie de nombramientos dictados ese mismo año de 1527, que serían trascendentales para la Provincia, separándola e independizándola definitivamente de Castilla del Oro. (Panamá). Estas fueron las Reales Cédulas del lo. y 16 de Marzo y la Provisión del 1o. de junio todas de ese mismo año, por la primera y segunda de las cuales se nombraba y confería a Pedrarias la gobernación de Nicaragua con independencia de cualquier otra gobernación y por la última se le designaba como primer Gobernador y Capitán General de la misma.

Por Real Cédula del 29 de Marzo del mismo año se nombraba al Lcdo. Fco. Castañeda Alcalde Mayor de Nicaragua y Lugarteniente de Pedrarias con facultades de administrar y conocer en las cuestiones de la justicia en toda la nueva Provincia.

Este mismo año de 1527 el Rey de España constituyó la Diócesis de Nicaragua por gestiones de Pedrarias y nombró para desempeñarla al Rvdo. Fray Pedro de Zúniga de la Orden de San Francisco y uno de los primeros religiosos que hahían venido con Fernández de Córdoba en su expedición conquistadora.El Padre Zúniga se encontraba cuando tal nombramiento en España sorprendiéndole la muerte en el Puerto de Cádiz, durante un combate contra unos corsarios franceses, cuando se embarcaba para América, por lo que no pudo tomar posesión de su cargo como Primer Obispo efectivo de la Diócesis de Nicaragua.

El 2 de Mayo de ese mismo año se ordenaba al Padre Diego Alvarez Osorio, Protector de los indios de Nicaragua que pasara a ejercer su cargo en esta Provincia, pues eran muchos los abusos que se cometían contra los naturales, y por ello tenían la tierra despoblada.
El gobernador de `°Castilla del Oro", Pedro de los Ríos, que había llegado a León como ya dijimos convencido por Pedrarias, a vender su mercadería y que trataba de apoderarse de la Provincia haciendo en un viaje dos mandados, fue obligado por López a salir de inmediato, aunque tuvo tiempo de vender sus mercancías y obtener buenas ganacias.

Poco después López ordenó destruir la ciudad de Bruselas fundada por Hernández de Córdoba sólo porque había recibido bien a de los Ríos al regreso de su gira que había sido más que Política, comercial.

Procedió de inmediato a desorganizar lo poco que había ordenado Pedrarias, provocando a los naturales y dedicándose al nefasto negocio de exportar indios en inmensas cantidades despoblando la tierra.

El Padre de Las Casas dice en una cita que incluye en su Obra el Dr. Ayón, referente a este asunto: "Pedían cada cuatro o cinco meses, o cada vez que alguno alcanzaba la gracia o licencia del Gobernador, al cacique cincuenta esclavos, con amenaza de que sí no los daba lo habían de quemar vivo o echar a los perros bravos. Iban los señoras por sus pueblos y tomaban lo primero todos los huérfanos, y después pedían a quien tenía hijos legítimos, uno, y a quien tres hijas, las dos, y no de los más indispuestos, sino escogidos y de tal estatura, como les daba el español una vara; y de esta manera cumplía el cacique el número que el tirano le pedía, con grandes alaridos y llantos del pueblo. Como esto se hacía tartas veces, asolaron desde el año de 23 hasta el año de 33 todo aquel reino, llevando todas aquellas muchedumbres de indios, siendo tan libres como yo, a vender por esclavos a Panamá y al Perú, donde todos son muertos".

Los habitantes de León, viéndose en tan triste situación y en manos de un sanguinario inclemente, escribieron al Rey pidiéndole una gobernación propia, que era el viejo sueño de ellos, pues tener que ir hasta Panamá para arreglar asuntos de toda índole administrativa o de justicia en aquellos tiempos resultaba sumamente difícil. Además pedían se le dejara a Nicaragua el Valle de Olancho pues habían descubierto muy buenas minas, habiendo colonos ya establecidos en dichas tierras y además necesitaba la Provincia una salida al mar del Norte y por ahí era el camino para ello.

Diego López de Salcedo fue pues, Gobernador interino de Nicaragua hasta el 11 de Abril de 1528 en que lo sustituyó Pedrarias y en su tiempo fueron contadores y tesoreros de Honduras y Nicaragua, Andrés de Cereceda y Rodrigo del Castillo, respectivamente y Factor y Veedor Domingo de Ibarra.

A quinientos años del descubrimiento del océano pacifico se eleva la memoria de Vasco
Núñez de Balboa.
Sin embargo no desaparece el contrapunto histórico de Pedrarías Dávila.


En 1523 enviado a la zona de costa del Pacífico de lo que hoy es Nicaragua, donde fundó las ciudades de Granada, en la ribera sur-oriental del lago Cocibolca o Gran Lago de Nicaragua a los pies del volcán Mombacho y León (anterior a la actual León), en la costa occidental del lago Xolotlán o lago de Managua a los pies del volcán Momotombo.

Por medio de su teniente Ruy Díaz, fundó la villa de Bruselas, en Costa Rica. Después de un apasionado romance que eventualmente salió a luz pública, Pedrarias lo envió a la costa del Mar del Sur porque sospechaba una posible traición con Gil González Dávila.

Hernández de Córdoba a su vez luchó contra Cristóbal de Olid con el apoyo de Hernán Cortés, que consideró a Olid en rebeldía. Se dice que todas las noches, Hernán Cortés repasaba la lista de allegados a la par de sus súbditos, para estudiar posibles traiciones de sus amantes; así como posibles nuevas aventuras. En vista de que olvidaba características físicas con frecuencia, mantenía un pequeño retazo de cuero con los nombres grabados y a la par, las descripciones físonómicas relevantes de cada uno de sus enviados. Por ejemplo, Hernández de Córdoba era, traducido desde castellano antiguo como "el de la la nariz grande y las preguntas redundantes".

Una vez perdido el apoyo de Cortés, Pedrarias sospechó que Hernández le había traicionado, por lo que envió unas naves para su captura, que terminó con la decapitación de Hernández por orden de Pedrarias.

La cabeza de Hernández de Córdoba fue clavada en una estaca, estando varios días expuesta a la vista de la población de León para luego ser retirada y colocada en una de las calles más concurridas de la ciudad a manera de farol, con una vela encendida desde dentro del cráneo para alumbrar a los nobles transeúntes. Más tarde sufre un ataque de "gota", acompañado de fiebre elevada intermitente, y malaria sobreañadida a la gota, lo que no le impide viajar a Nicaragua y reducir al levantisco Hernández de Córdoba al que ejecuta como hizo con Balboa, por haber querido erigirse en gobernador sin contar con él.Cinco años más tarde, el cuerpo de éste sería sepultado junto al de su víctima.

Ya nombrado Gobernador de Nicaragua, sufre periódicamente poliartralgias que le dejan medio tullido y lo obligan a permanecer sentado o en cama la mayor parte del tiempo.

Al mismo tiempo que estos variados padecimientos físicos preséntase un progresivo recrudecimiento de su carácter violento colérico, con fases de arrebatos de violencia, alternando con otros de depresión, típicos en los procesos degenerativos vasculares del cerebro.

En esta época son frecuentes los choques con sus subalternos.

Pero todo eso no le impide a la edad de 81 años, y después de una pelea verbal con varios de sus oficiales reales, desahogar su furia montando a caballo como un jinete consumado como sin duda fue.

Por fin, muere a los 82 años en la ciudad de León de Nicaragua "de vejez y pasiones y de las enfermedades que tenía" como dice la comunicación del Alcalde Mayor de Nicaragua, que consideramos como su certificado de defunción, siendo enterrado en la capilla mayor del monasterio de Nuestra Señora de la Merced de la citada ciudad de León, donde residiera en los últimos años de su dilatada vida.

Lo aparentemente inexplicable de la vida de Pedrarias es que lograra vivir o sobrevivir tras tantas enfermedades, cualquiera de las cuales podría haber dado fin a otro cualquiera que no fuera él, pero vivió, y vivió 17 años en el trópico en una época en que las condiciones higiénicas dejaban mucho que desear, y en una época en que los transportes eran jugarse la vida, y en una época de muertes violentas en la que el participó activamente, muere en su lecho de enfermo... de vejez.

Son aquí muy apropiadas las palabras de mi maestro el Dr. Gregorio Marañón "médico de los literatos y literato de los médicos":


"La historia ha sido a veces hecha por enfermos, o por individuos que caminaban entre la normalidad y la patología".

Los restos de Hernández fueron descubiertos en 2000 junto a los de Dávila en dicha iglesia. Ambos fueron sepultados en elMemorial de los Fundadores, construido en ese mismo año en un sector de su antigua plaza mayor. Los restos de Hernández de Córdoba fueron honrados con 21 cañonazos por parte del Ejército de Nicaragua y sepultados en el lugar de honor del Memorial, bajo su propia estatua, traída de la antigua Catedral de Managua. Los restos de Dávila fueron sepultados a los pies del anterior.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Real Cédula de 10 de abril de 1495.Colección Navarrete, tomo II, folio 165, relativa a
beneficios a posibles pobladores de la Isla la Española.
Real Cédula de 1510. Archivo de Indias, Indiferente General, Registros 139-1- 3, Folio
34, que declara que el Golfo de Urabá correspondía a Alonso de Ojeda.
Real Cédula de 28 de febrero de 1510, confirmando que, según la capitulación, Alonso
de Ojeda y Diego de Nicuesa podían embarcar 200 hombres de la península y 600
hombres de la Isla la Española.
El Rey a los Oficiales de Sevilla. Valladolid, 14 de noviembre de 1509. " Porque yo he
sido informado que a cabsa de haber pasado a las Indias algunos letrados abogados
han sucedido en ellas muchos pleitos e diferencias yo os mando que de aquí adelante
no dejéis ni consintáis pasar a las dichas Indias ningún letrado abogado sin nuestra
licencia especial , mandando que si necesario es por esta presente lo vedamos o
prohibimos" . Academia de la Historia. Colección Muñoz. Tomo 90, folio 53 vuelto.
Año de 1513. Julio, 27, Valladolid. Título de Capitán General y Gobernador de la
provincia de Castilla del Oro en el Darién, expedido por el Rey Católico a Pedrarías
Dávila. Archivo de Indias, relación y descripción, legajo II, publicado por Colección
Navarrete, Colección de viajes, t. III, pag.337.
Año de 1513, julio 28, Valladolid, Real Cédula a Pedrarías Dávila para que tome
Residencia a Vasco Núñez por el tiempo que fue Alcalde Mayor del Darién. Archivo de
Indias. 109-1-5.
Año de 1514, setiembre 23, Valladolid. Real Cédula nombrando a Vasco Núñez de
Balboa, Adelantado de la mar del Sur y Gobernador de las provincias de Panamá y
Coiba. Archivo de Indias., lib. de Tierra firme, año 1513.
Año de 1514, setiembre 23, Valladolid, Título de Adelantado de la mar del Sur
expedido a favor de Vasco Núñez de Balboa. Publicado por José Toribio Medina en El
descubrimiento del Océano Pacífico., t. II.
Año de 1516, Enero 28, Santa María la Antigua. A su Alteza Alonso de la Puente,
Tesorero de Castilla del Oro, dando cuenta de las expediciones de Pedrarías a las
provincias de Careta, Comogre, y Pocorosa, y pide que vaya un Oidor de la isla la
Española para enterarse de lo que ocurre en el Darién. Archivo de Indias, 1-1.
Año de 1517, julio 22, Madrid. Carta del Cardenal Jiménez de Cisneros, censurando
duramente los excesos cometidos con los indios por el Alcalde Mayor y ordenando a
Pedrarías obdezca a los PP. Jerónimos de la isla la Española en todo lo que le
ordenaren. Archivo de Indias, 109-1-5.
Año de 1518, Enero 13, Santa María la Antigua. Se concede prórroga de cuatro meses
a Vasco Núñez para terminar los barcos y hacer la expedición de descubrimiento en la
mar del Sur. Archivo de Indias, 1-1.
Memorial de un religioso dominico sobre " la dshorden de Pedrarías. Archivo de
Indias, 1-1, sin fecha.
Memorial de Gonzalo Fernández de Oviedo denunciando abusos de Pedrarías Dávila
y sus Oficiales en la Gobernación de Castilla del Oro. Archivo de Indias. Colección
Muñoz, t.76.
Fernández de Oviedo Gonzalo, Historia General de las Indias.
Bartolomé de las Casas Fray. Historia de las Indias, t. II y HI. FCE.
Alvarez Rubiano Pablo. Pedrarías Dávila. Contribución a la figura del Gran Justador.
Madrid, 1944.
Serrano y Sanz Manuel. Preliminares del gobierno de Pedrarías Dávila en Los
orígenes de la dominación española en Indias. Madrid. 1918.
Mena-García María del Carmen. Sevilla y las flotas de Indias.
La Gran Armada de Castilla del Oro (1513-1514). Universidad de Sevilla.
Mena- García

Descubrimiento del Mar del Sur, La Suerte De Balboa



Fechada en Valladolid el veintiocho de julio de 1513, la orden de Fernando el Católico a
Pedrarias Dávila debió proceder a la captura, embargo de los bienes y traslado, cargado de
pinchos y hierros, de Vasco Núñez de Balboa sus secuaces a España por haber tomado los
bergantines del Bachiller Enciso. En Real Cédula a Pedradas Dávila de la misma fecha, el
Rey autorizó al jefe de la expedición a Castilla del Oro a que "oigáis libréis e determinéis
todos los pleitos e causas asi civiles como criminales que en las dichas partes, así or mar
cuando fúeredes desembarcaderes en alguna isla y en la dicha tierra firme cuando
llegaredes estuvieran comenzadas e movidas o se comenzares e movieren en adelante e
podáis llevar o llevéis vos e los dichos vuestros lugarestenientes los derechos a otras costas
al dicho oficio de Capitán e Gobernador...".
Sin embargo, no obstante los poderes otorgados a Pedrarias para desvanecer de manera
definitiva la presencia díscola de Núñez de Balboa, éste se le escurrió de las manos como
pez a punto de atrapar.

¿Qué factor inesperado libró a Balboa de los alcances de la real cédula que invistió a
Pedradas del poder que lo convirtió en un juez omnipotente?
Fue otra real cédula fechada en Valladolid el 23 de septiembre de 1514 nombrando a Vasco
Núñez de Balboa, Adelantado de la mar del Sur y Gobernador de las provincias de Panamá
y Coiba:
Basco Núñez de Balboa acatando lo que nos habéis seruido y deseáis seruir y porque con
mejor boluntad trajuaeis de aquí adelante en ello os abemos fecho merced que seáis nuestro
adelantado de la mar del Sur que bos descubristeis e de la gobernación de las provincias de
Panamá y Coiva". En el título de Adelantado concedido a Balboa se aclara que la mar del
Sur, " que es en Castilla del Oro, en las Yndias y Tierra Firme del Mar Océano, y en todo lo
que en las dichas Yndias ha tocado a nuestro servicio en el tiempo que en ella habéis
residido, e asimismo, en asegurar e pacificar los indios de aquellas partes". El título de
Adelantado le permitió " podéis gozar de todas las honras, gracias, franquezas e libertades,
peheminencias, prerrogativas e inmunidades de que por razón del dicho oficio podéis y
podéis gozar e vos deben ser guardadas e halláis e llevéis todos los derechos e otras cosas al
dicho oficio de adelantamiento anexas e pertenecientes, conforme a las dichas leyes".
La cédula real del nombramiento del Adelantado de la mar del Sur ya no mencionó la orden
dada a Pedrarías de apresamiento de Balboa por los conflictos surgidos con el Bachiller
Martín Fernández de Enciso. El Rey dio por entendido que la cédula real del nombramiento
de Adelantado de la mar del Sur anuló tácitamente la anterior cédula dictada por los sucesos
adversos del Bachiller Enciso. Sin embargo, Pedrarías conservó en el fuero, interno como
una orden de ejecución postergada, la cédula real contra Balboa.


No le interesó a Pedrarías ajustarle cuentas a Balboa por los sucesos de su incorporación a
la expedición de Enciso ni su nombramiento de alcalde mayor de Santa María la Antigua,
fuera de cédulas reales, algo insólito en los anales de la época. Quiso sacarlo del juego
desde su espectacular llegada a Santa María la Antigua porque el concepto de poder que lo
caracterizó no consentía que se le hiciera sombra, mucho menos un sujeto audaz que había
llegado al Darién como tripulante clandestino y había derrocado y lanzado a la extinción en
la inmensidad del océano a Diego de Nicuesa . No hay duda que Pedrarías estuvo al tanto
de las agallas de Balboa. El humilde jerezano habíase infiltrado a la expedición del
Bachiller Martín Fernández de Enciso, en tierras de la Española, para huir de la persecución
de los acreedores. Fernández de Oviedo asegura que Balboa se escondió entre las velas, en
tanto que el Padre Las Casas señala un tonel como escondite. Balboa había navegado
tiempo antes por las rutas de las Indias en la expedición del piloto Rodrigo de Bastidas que
partió del puerto de Cádiz en el año de 1500. Gracias al experimentado navegante y
geógrafo Bastidas, avisto las costas del Golfo de Venezuela y el Golfo de Urabá, a lo largo
de más de cien leguas, sobrepasando los territorios recorridos por el Almirante Cristóbal
Colón. Cuando se radicó en Salvatierra de Sabana, en la parte occidental de la isla la
Española, pensó que la agricultura podía ser su destino en el Nuevo Mundo. Adquirió
tierras y crédito para sembrarlas. El viaje por las costas sudamericanas de Venezuela y
Colombia sembró en su espíritu la atracción por lo desconocido que no pudo ofertarle el
sembrío de la tierra y la vida sedentaria, lo que le ocasiono deudas que no pudo atender.
Cuando supo que estaban a punto de zarpar las expediciones de Alonso de Ojeda y Diego
de Nicuesa - Martín Fernández de Enciso estaba asociado a Ojeda - tropezó con el
impedimento establecido por las autoridades de la Española de sólo autorizar alistamientos
marinos de los que hubieran honrado deudas. Marinero en tierra por acreencias que no
podía atender, la audacia le impulsó a escalar la nave para romper lo que le amarraba a la
tierra. Ojeda se hizo a la mar en 1509 con dos navios, dos bergantines y 220 hombres. El
abogado Enciso asumió el nombramiento de alcalde mayor de la futura gobernación. Las
expediciones de Ojeda y Nicuesa tuvieron una partida desabrida a causa de algunos
desacuerdos en la fijación de los límites de los territorios asignados, disputa zanjada por el
cosmógrafo Juan de la Cosa al establecer que el Golfo de Uraba correspondía a su capitán.
El río Grande del Darién constituía la línea divisoria de los territorios de Ojeda y Nicuesa.
Disputa inútil: ninguno de los dos logró sentar real en esos dominios nominales, mientras
que Balboa no necesitó nombramientos reales para señorear en Santa María la Antigua y la
mar del Sur.

La mala suerte amarró el destino de Nicuesa y Enciso. Nicuesa socorrió a Ojeda en el peor
momento de la expedición, mostrando una hidalguía superior a las disputas entabladas entre
ellos en la Española. Viendo diezmadas las fuerzas de Ojeda en la lucha contra los naturales
que los repelieron y arrinconaron con flechas de punta envenenada en el Golfo de Urabá y
en el fuerte de San Sebastián, Nicuesa no vaciló en auxiliarle con bastimentos y navios.
Enciso obligó al entonces teniente Francisco Pizarro, miembro de la expedición de Ojeda, a
regresar bajo amenazas de represalia al fuerte de San Sebastián para rescatar a las huestes
acosadas por los bravios naturales.
Demoró nueve meses en salir de la Española. Después naufragó en las aguas del Golfo de
Urabá, perdiendo víveres, armas. Desaparecieron los documentos del nombramiento de
Enciso como alcalde mayor de Ojeda. Por otro lado, los desaciertos del Bachiller Enciso
confirmaron la carta del Rey a los oficiales de Sevilla de que " de aquí en adelante no dejéis
ni consintáis pasar a las dichas Indias ningún letrado abogado sin nuestra licencia
especial". Enciso atizo enredos en la disputa por el mando de Santa María la Antigua,
incurriendo en el despropósito de hablar más de la cuenta de lo que planeaba hacer a los
vecinos obligándoles a entregar el quinto del rey por el oro obtenido de los indígenas a
sangre y fuego.

Balboa le venció en los torneos dialécticos. Vaciló Enciso en señalar el lugar del
asentamiento de Santa María la Antigua. Balboa detalló el lugar más seguro del
emplazamiento, indicando que, en el recorrido con Bastidas, avistó llanuras de tierras
fértiles a orillas del río Darién. Al desembarcar los españoles advirtieron que los aborígenes
se emplazaron en son de guerra en una loma. Sin embargo, más pudo la devoción. Enciso y
Balboa se hincaron de rodillas con la mesnada, elevando plegarias a la virgen sevillana
Santa María la Antigua, acordando enviar un romero a Sevilla con joyas y alhajas cuando la
situación se enderezase. Enciso tomó juramento para obligarlos a pelear, sin que nadie
huyese. Así fue que acometieron a los indígenas con lanzas, espadas y rodelas, poniéndolos
en fuga. Luego entraron al pueblo, encontrándole sin pobladores, pero hallaron abundancia
de alimentos. Llamó la atención del bachiller Enciso las joyas y alhajas de oro de uso
femenino, así como piezas de oro que se ponían en el pecho como pectorales y collares y
también en las orejas. Deslumhrados por los objetos de oro, los españoles persiguieron y
capturaron al cacique Cemaco para que les dijera donde extraían el metal precioso. Cemaco
quiso embaucarlos, diciéndole al bachiller que el oro llegaba del cielo. Ante semejante
impostura le apretaron las clavijas y mostró el lugar de las minas.

Entretanto ayudaron en la construcción de la ciudad, colaborando en ello los marineros que
no habían desembarcado, a la espera de noticias auspiciosas. No se había definido quién
asumiría el gobierno de Santa María la Antigua. Estaban enjuego varias posiciones: los que
demandaban se nombrara alcalde mayor al bachiller Enciso, en base al título municipal
otorgado por Ojeda y por ser señor principal con cierta influencia en la corte de Valladolid;
los que apoyaban a Balboa por su resolución de mando puesta en juego en el
emplazamiento de la nueva villa en el lugar que el jerezano recomendó. La Casas asevera
que Balboa enredó intrigas contra Enciso, desvalorizando el título entregado por Ojeda,
arguyendo que la villa estaba fuera de la jurisdicción de los títulos. Abonaron a favor de las
pretensiones de Balboa el ser un hombre del llano como la mayoría de los marineros
transformados en colonos a los que había seducido su sencillez, en tanto que Enciso
incurría en actitudes de soberbia y anunciaba que iba a gravar el oro tomado en guazábaras
con el quinto del rey y prohibir el comercio con los indígenas.
Bajo esas circunstancias de creciente división, la situación se enredó mucho más con el
arribo de Rodrigo de Colmenares, capitán de Diego de Nicuesa quien había desaparecido
tras enfrentar una violenta tempestad que separó sus navios. Colmenares pensó que Nicuesa
podía mediar en la disputa de la alcaldía. Demandó apoyo para buscar a Nicuesa. Balboa ya
había ganado la alcaldía, imponiéndose a Enciso por un cabildo abierto de los vecinos.
Colmenares insistió en que Nicuesa era un personaje de abolengo y había capitaneado la
expedición que zarpó de la Española. Enciso era solamente un socio menor subordinado al
mando de Nicuesa; los méritos personales de Balboa se opacaron al saberse que había
huido de la Española para no pagar deudas. Era un fugitivo de los acreedores de la
Española. Confiando en la preeminencia de Nicuesa para tomar la gobernación de la villa,
Colmenares se hizo a la mar, saliendo tras las huellas de Nicuesa, al que encontró varado en
una región malsana, habiendo perdido comunicación con las naves de Lope de Obano.
Nicuesa, Ojeda y Enciso fueron, en verdad, vidas paralelas, pero en la desgracia: eran
arrogantes, pagados de si mismos. Fracasaron en sus expediciones porque estuvieron
convencidos que más valían los documentos que la intrepidez para conquistar la tierra
áspera del Nuevo Mundo. Adelantaron la gran tragedia de los nobles que llegaron, después,
en la flota de Pedradas Dávila. Nicuesa soportó las peores calamidades. El mal tiempo
estrelló sus naves en los arrecifes. Padeció hambre, desesperación, desconsuelo en grado
sumo. Creyó que Lope de Olano iba a buscarle por islotes y ensenadas; como no lo hizo
estigmatizó a Lope de Olado como traidor y estuvo a punto de pasarle por las armas. Arribó
a Santa María la Antigua en estado de gran irritación. Pretendió que se asimilara las
concesiones de la corona a la jurisdicción de Ojeda. Las Casas testimonia así la quiebra
anímica de Nicuesa:
" Y porque ni a Nicuesa ni a ninguna parte de su compañía, cuando se dividían, ninguna
especie de tribulación y adversidad les faltaba y ninguna de las que le ocurrían les
menguaba sino que siempre les crecía y se les iban acrecentando, vendóse caer así Nicuesa
mas y más cada día y cada hora en peor estado, hízose de aquí en adelante muy impaciente,
mal acondicionado e inconversable con aspereza a los pocos que le quedaban, no
considerando que las hambres ni angustias que padecían y verse cada día morir unos a
otros, por tormento continuo les bastaba y sobraba".
La rabieta de Nicuesa trocóse en arrebato cuando arribó a Santa María la Antigua. En el
camino Colmenares le convenció que tenía justo título para la disputada alcaldía, encima de
Enciso y Balboa. Voceó entre vecinos que iba a imponer el orden administrativo en la villa,
empezando con la entrega del oro recogido sin su licencia. Lope de Olano, privado de
libertad desde que salieron de Nombre de Dios, difundió murmuraciones, advirtiendo a los
vecinos que Nicuesa era hombre arbitrario que iba a ensañarse contra los que le habían
auxiliado en las tribulaciones. Sintiéndose dueño del poder, Nicuesa organizó un viaje en
unas isletas en las inmediaciones de la villa, demorándose ocho días. En ese lapso, los
hombres de Ojeda, que no conocían su carácter destemplado, comprendieron que no era
hombre para gobernar la villa. De esa guisa, cuando Nicuesa regresó a Santa María, un
grupo de vecinos armados impidió que desembarcara, amenazándole prenderlo si ponía pies
en tierra. Ante el rechazo a sus reclamos, Nicuesa volvió al día siguiente y logró
desembarcar., lejos de la villa. Tras él salieron los vecinos para aprenderlo, presentándose
una escenografía patética. Nicuesa corrió por la orilla del mar, perseguido por loa vecinos
sin lograr alcanzarle.
Fue entonces que Balboa requirió a los perseguidores que cesaran el alboroto, a fin de oír
las razones de Nicuesa. El díscolo capitán encareció a los vecinos que, si no lo querían
como alcalde, le permitieran afincarse, dado que prefería estar allí, aún encarcelado con
hierros, que volver a los riesgos de Nombre de Dios. Según Las Casas, Balboa pidió se le
admitiese como simple vecino. Pero predominó la repulsa, según unos porque ya conocían
que cambiaba de carácter como el viento y un día podía ser ecuánime y otro alterado hasta
el ensañamiento; otros porque, sin conocerlo, hicieron caso a las murmuraciones divulgadas
por Olano y su gente. Al parecer, Nicuesa se perdió al descubrirse que, mientras suplicaba
perdón humildemente, tenía ballesteros ocultos que a una señal suya, iban a atacar a los
opuestos a su desembarco. Ya no hubo forma de aceptarle en Santa María por el doblez de
su conducta. Fue apresado y embarcado en un bergantín mal aparejado, en medio de los
denuestos furiosos que el descargó contra esos vecinos, amenazando poner al Rey Fernando
al corriente de los hechos ruines de Santa María la Antigua. Le acompañaron no más de
diecisiete personas, entre amigos y criados. No se tuvo noticia de la suerte de Nicuesa,
presumiéndose que pereció en la travesía por una ruta en la que las tormentas
descuadernaban hasta navios más sólidos que aquel frágil bergantín.
Las Casas asegura haber visto por aquel tiempo un cometa en el cielo del mar Caribe como
signo funesto de desgracias, que pudo ser castigo del sacrilegio del capitán que dijo que
creía más en las estrellas que en Dios cuando se le advirtió que no era día propicio para
hacerse a la mar.

Desconectado Nicuesa de la agitación por la alcaldía, el bachiller Enciso rehizo sus
ambiciones, alegando que tenía derecho al cargo por los poderes legados por Ojeda. No
pudo mostrar los documentos del poder, según su versión, por haberlos perdido en un
naufragio en el Golfo de Urabá. Si hubiere contado con los documentos alegados tampoco
habrían aceptado su pretensión, por considerarse que la villa no estaba en la jurisdicción
del territorio otorgado a Ojeda. Pero pesó más en su contra, la carencia de aptitud para el
gobierno de la villa, mostrándose, además, partidario de la línea de hostilidad tributaria
contra los vecinos. El concejo municipal hincó proceso contra Enciso, decretando prisión y
el embargo de sus bienes, decisiones drásticas inspiradas por Balboa, que descartó a sus
rivales uno a uno hasta que apareció Pedrarías.
Se achacó responsabilidad penal a Balboa por la partida de Nicuesa, como fruto de la
usurpación de poder. Así constó en la cédula real expedida a Pedrarías. También se
responsabilizó al bachiller Enciso. Sin embargo, Enciso logro exonerarse de la imputación,
acusando a Balboa de haber actuado con felonía contra Nicuesa, en un recurso judicial que
presentó a la corte. Las Casas y Pedro Mártir sacaron la cara por Balboa, sobre todo el
primero, al escribir en la Historia de las Indias que el jerezano hizo cuando pudo por
admitir a Nicuesa en la villa, rindiéndose al final ante la sublevación popular.
Los autos del proceso a Enciso llegaron a la Española. Los jueces confirmaron la
destitución de Enciso al recibir los relatos del Corregidor Valdivia y el Alcalde Zamudio,
quien remitió un memorial al Rey, narrando lo que le aconteció a Diego de Nicuesa en su
infortunado periplo por las costas de las Indias. El Almirante Diego Colón nombró
gobernador interino a Balboa. Después de conocer los sombríos sucesos acaecidos, el Rey
destituyó a Ojeda y Nicuesa, y ratificó el nombramiento de Balboa como alcalde mayor de
Santa María la Antigua.




Consolidado como alcalde y capitán, Balboa cumplió la disposición real de abandonar
Nombre de Dios y llevar a Santa María la Antigua los españoles de la expedición de
Nicuesa. Así aumentó la población, pero creció también la necesidad de procurarle más
alimentos. Con tal propósito organizó excursiones a otras tierras. Aconsejáronle algunos
indígenas que acudieran a la tierra de Cueva o Cueba a treinta leguas de la villa donde
abundaba oro y sementeras de maíz. Balboa encomendó a Francisco Pizarro viajara con seis
hombres a explorar dicho territorio. Navegando río arriba les salió al paso, en son de
guerra, un nutrido contingente de indígenas, encabezado por el cacique Cemaco, que
andaba buscando revancha por ataques antes inflingidos por los españoles. Quedaron
heridos Pizarro y sus compañeros por los flechazos providencialmente sin veneno.
Repusiéronse y arremetieron espada en mano, logrando abrirse paso y regresar a la villa
para curar la heridas. Comprendió el alcalde que debía salir con un centenar de hombres por
lo menos para penetrar en la zona dominada por el cacique Careta y endurecer el brazo y le
temieran. No pudo presentir entonces que esas incursiones por tierras cada vez más lejanas
del Darién lo llevarían al descubrimiento de la mar del Sur, hazaña a la que debió tanta
hazaña y tanto infortunio.

Fue venciendo a los caciques y convirtiendo algunos hasta en confidentes. El cacique
Careta pretextó que no podía entregar los alimentos comprometidos debido a la guerra que
libraba con su rival, el cacique Ponca. Juan Alonso, español que convivía con los
aborígenes desde la incursión de Nicuesa, dijo a Balboa que fingiese aprobar la explicación,
pero que retornase con fuerza, a horas de la noche. Irrumpieron asi los españoles cuando
dormían Careta y su gente. Entraron como una tromba, desjarretaron a los que opusieron
resistencia y lograron el dominio de la situación. Juan Alonso sujetó a Careta hasta la
llegada de Balboa. Las Casas desprecia como traidor a Juan Alonso, por haber engañado al
cacique, que lo había protegido como hombre de confianza. Pedro Mártir y Tobilla
confirman el episodio de Juan Alonso. El capitán Balboa llevó como rehenes al cacique y a
su familia. Una de las hijas de Careta fomentó la leyenda de Anayansi, amante y confidente
del astuto capitán, a la que " quiso y amó Vasco Núñez mucho", de acuerdo a Las Casas.
De enemigos, Balboa y el cacique pasaron a aliados. Pactaron salir juntos contra Ponca.
Enterado este cacique de lo que tramaba Careta consorciado con el capitán español y lo
que iba a representar a él y a su gente la combinación de las fuerzas, determinó no hacerles
frente sino refugiarse por los montes. Las Casas describe la devastación del pueblo de
Ponca: " Van juntos con sus gentes Vasco Núñez y Careta contra Ponca, y como no lo
hallaron ni a gente suya, destruyéronle toda la tierra, tomándole todos los bastimentos que
pudieron y el oro que hallaron en joyas escondidas, y lo demás abrasado dejaron, como
siempre los españoles, dondequiera que llegan, suelen hacer. "
A instancia de Careta, volvió Balboa sobre sus pasos a la región donde moraba Comogre o
Comagre, cercana a las tierras costeras. Careta le ponderó como sabio y prudente señor, que
tenía noticia del señorío de los hispanos y ansiaba tenerlos como invitados. Comagre era un
patriarca al estilo romano, con siete hijos en mujeres diversas. Había preparado al hijo
mayor para sucederle, confiando en su prudencia y sagacidad. Cuando se aproximó Balboa
ya sabía Comagre que había arrasado el pueblo del fugitivo Ponca. Holgóse de recibirlos
con sus hijos a la entrada del poblado, como a los guerreros victoriosos. Les acogió con
largueza, proveyéndoles comidas copiosamente, poniendo a su disposición hombres y
mujeres que les sirviesen. Amén de los halagos, sorprendió a Balboa la arquitectura de las
casas, levantadas y sostenidas sobre soportes gruesos de madera por encima del nivel de las
aguas por tratarse de zonas anegadas por un río cercano. Maravilló a los españoles
aposentarse como huéspedes del poblado de mejor estructura en el Darién. Las Casas
acredita que tenía muchas cámaras y apartamientos. Contaba con una enorme despensa
donde guardaban carne de venado y puerco, pescado, y otras cosas comestibles de animales
y frutos del mar. Disfrutaron de las bebidas espirituosas distribuidas en una bodega,
fabricadas del maíz y la palma que allí abundaban. Les asombró, sobremanera, un gran
aposento reservado donde rendían culto a los cuerpos momificados, cubiertos con mantas
de algodón de sus antepasados, alhajados de oro y perlas. Eran bisabuelos, abuelos, padres
y demás parientes a los que Comagre y su gente honraban y reverenciaban como si fueran
dioses.
Del asombro por el culto a los muertos pasaron los hispanos al disfrute mundano de piezas
de oro muy ricas y finas en la filigrana de su facturas que les obsequiaron por valor de
cuatro mil pesos, que entregaron a Vasco Núñez y Rodrigo de Colmenares, en señal de
amistad, no deseando recibir un tratamiento como el descargado contra Ponca.
Distribuyeron las piezas de oro entre la hueste, separando el quinto del rey.
Codiciosos y disconformes de los que les tocó en el reparto, ciertos soldados se enredaron
en rencillas menudas por las piezas de oro disputándose las de mayor peso y filigrana.
Temiendo que las disputas llegaran a mayores, Panquiaco, hijo mayor de Comagre, les
recriminó y arengó incitándoles a buscar oro en grandes cantidades en una región muy
lejana del Darien, situada a una distancia de seis días o soles, navegando por la mar, a la
que, según Francisco de Gomara, llamó Tumanamá. Señaló hacia el sur donde estaba el
mar; era menester remontar altas sierras para llegar a la frontera marítima. Dijo el mancebo
indio que allí navegaban otras gentes con grandes navios con velas o remos, procedentes de
las regiones meridionales de gran riqueza aurífera, donde los señores de esas tierras comían
y bebían en vajilla de oro. Vasco Núñez alertó la oreja al recibir noticia de otra mar, desde
el cual podía navegar a esas tierras de maravilla y portento, para lo cual resultaba
indispensable contar con más gente y barcos de gran calado. Bautizó a Panquiaco, dándole
el nombre de Carlos, como gracia del emperador de la casa de los Austria.
" Este fue el primer indicio - refiere Las Casas - que se comenzó a manifestar y a tener de
aquella grande tierra; y porque tenían nuevas de la grandeza de aquellos reinos y del mucho
poder de los reyes dellos, añadió aquel prudente mancebo, que habían menester ser los
cristianos 1.000 para ir acometellos; ofrecióse también el mancebo a ir con los españoles , y
a ayudalles con la gente de su padre. Eran intérpretes deesta plática los dos españoles que
se habían huido de Nicuesa y habían vivido con el cacique Careta. Oídas tales nuevas por
Vasco Núñez y sus hombres, no pecaremos si dijésemos o juzgásemos haber recibido
inestimable alegría , y aún quizás llorado de placer, como suelen algunas veces los hombres
que mucho desean una cosa, si la ven o tienen esperanza propincua de vella".
Santa María la Antigua del Darien se alborotó con la noticia de la existencia de otra mar en
dirección opuesta al Atlántico, por la que se ponía llegar a regiones donde realmente
abundaba oro. Vasco Núñez decidió enviar a Valdivia nuevamente a la Española para que,
luego del desembarco de las vituallas de sustento de la villa, diera a conocer la buena nueva
al Almirante don Diego y al Rey y solicitarles aportaran un millar de hombres y
bastimentos para conquistar esas tierras de leyenda. Valdivia no regresó a la Antigua;
probablemente una tempestad hundió la nave.
Ante la ausencia de Valdivia, Balboa eligió como sus embajadores ante el Rey a Juan de
Caicedo y Rodrigo de Colmenares, hombres de Nicuesa, para que viajaran a España a
revelar la existencia de otra mar en frontera opuesta al Atlántico y la necesidad de contar
con más hombres y recursos para dicha empresa. Llevaron el quinto del rey y un indígena
que testimoniaría la abundancia de oro que se recogía con redes en ríos de la comarca. El
reino alucinó con la historia tan fantástica cuanto seductora del oro que se recogía con redes
en los ríos del Darien. Se propagó la maravilla aurífera descrita por Balboa en la relación
enviada al Rey Fernando, quien, a partir de la carta, denomino al Darién, Castilla del Oro.
Por el mes de mayo de 1513, el bachiller Fernández de Enciso arribo a la corte,
desparramando bilis por la disputa con Balboa por la gobernación de Santa María la
Antigua, presentándole como responsable de la desaparición de Nicuesa y de masacres de
indígenas.
Bajo el caldeado clima de las imputaciones, el Rey nombró gobernador de Castilla del Oro
a Pedradas Dávila, por la influencia de dona Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya y
Penalosa, tía de su esposa, Isabel de Bobadilla. En la corta española se decía, después de la
reina de Castilla, la Bobadilla. La cédula real de Fernando puntualizaba como una de las
principales comisiones prender al rebelde Balboa y remitirlo a España para que rindiera
cuenta de las acusaciones de Enciso por la desaparición de Diego de Nicuesa. Sin
embargo, se salvo provisionalmente Balboa gracias al descubrimiento de la mar del Sur, la
ruta marítima que cambio el mundo del siglo XVI. Se postergaron las denuncias de Enciso
y se anularon o dilataron asi las órdenes que recibió antes de partir Pedradas contra Balboa.
El historiador Serrano Sanz afirma que los relatos de Colmenares y Caicedo, amén de la
historia del oro, persuadieron a los oficiales de la Casa de Contratación a dictar nuevas
órdenes para que proveyeran a darle facilidades de la organización de la armada y la recluta
de mil hombres. El paso a la otra mar, buscado infructuosamente por Cristóbal Colón y
Hernán Cortés, elevo el rango de Balboa. Más que las imputaciones de Enciso influyó
negativamente la intriga del tesorero Pasamonte, enemigo secreto de Balboa, quien
recomendó a los asesores del Rey que se enviara a Castilla del Oro a un hombre de
confianza de la corona. Por otro lado, Caicedo y Colmenares, de pronto, también se
convirtieron en enemigos de Balboa al llegar a la corte, de suerte que, al par que
confirmaban la existencia de la gran riqueza, se erigieron en aspirantes a sustituir a quien se
jugaba la vida en el dominio de aquellas luengas y codiciadas regiones. Cosas de la
ambición humana.


Jugarse el todo por el todo y partir sin tardanza a la búsqueda de la mar del Sur fue
convencimiento de Vasco Núñez. Sin aguardar la llegada de la ayuda de Diego Colón y
Fernando el Católico; presintiendo las conjuras de Enciso y Pasamonte y las traiciones de
Caicedo y Colmenares, partió Balboa rumbo al océano incógnito, luego de haber debelado
conatos de motines en la villa, aprovechando la llegada de dos navios al mando de Cristóbal
Serrano con un contingente de 190 hombres y lanzas, espadas, ballestas y perros
amaestrados en la cacería de indios. Para asegurarse hasta donde fuera posible no tropezar
con enemigos concertó acuerdos de paz y ayuda mutua con el cacique Ponca, que había
insistido en refugiarse y no darle la cara a las huestes españolas. A cambio de hachas de
hierro y amistad estratégica, Ponca entregó guías hacia el distante mar y mano de obra para
las cargas al remontar las sierras altas. No todo fue pacífico en la travesía.
Les salió al paso el cacique Quaregua con gente de guerra armada con unos dardos que
abrían la carne. Balboa ordenó disparos de arcabuces que más poderío alcanzaron por el
estruendo que por víctimas. Luego soltaron los perros en persecución de los atemorizados
aborígenes. La desbandada permitió llegar al pueblo, donde, según asegura Las Casas,
descubrieron varones vestidos de hembras, viciosos del pecado nefando. Les arrinconaron
en una especie de corral y soltaron los perros bravos para desgarrarles los cuerpos
flaccidos. Ante el cruel ensañamiento, reflexionó el padre Las Casas: " Y que fuera verdad
muy bien averiguada que aquellos que traían aquel hábito mujeril era por aquel pecado ¿
quién hizo juez a Vasco Núñez o qué autoridad se constituyó alcaide en señorío o
jurisdicción ajena, siendo él subdito de aquellos naturales señores por estar en su tierra, y
que de justa justicia por sus tiranías, invasiones y robos tan universales, y por toda ley
natural, divina y humana, dañados, si fuerzas tuvieran, podían hacerlos cuartos y tajadas?
Cuanto más que aún traer algunos aquel hábito podía ser por otra causa, sin pensar en cosa
del pecado nefando".
El verbo aperrear fue muy conjugado por Balboa en las incursiones contra los indígenas de
Quarenga y de otros caciques en la contienda. Los naturales atinaron obedecerle y prestarle
ayuda. Anduvieron alrededor de cuarenta leguas durante veinticinco días para llegar a las
alturas desde donde se podía contemplar el mar. Algunos historiadores afirman que llegaron
a la cordillera del río Chucunaque, pero aún no se ha identificado geográficamente aquel
lugar. Ansioso en ser el primer español en otear el océano, Vasco Núñez ordenó a su gente
se detuviera para que él ascendiera solo a la cumbre. Los indios estaban atónitos al ver el
extraño regocijo de los españoles ante el mar que corrientemente ellos usaban en
navegación y sustento. Las Casas relata el hecho con estas palabras: " Finalmente llegaron a
la cumbre de las más altas sierras a 25 días de setiembre de dicho año de 1513, donde la
mar del Sur se parecía. Avisaron los indios de Quaregua, un poco antes de la cumbre
subiesen a Vasco Núñez, cómo estaban ya muy cerca ;manda que todos allí se paren y
asienten; sube él solo en la cumbre de la sierra, y vista la mar del Sur, da luego consigo en
tierra hincado de rodillas, y alzadas las manos al cielo da grandes alabanzas a Dios por la
merced tan grande que le había hecho en que fuese el primero que la descubriese y viese;
llama con la mano a la otra su gente; vienen todos, torna él otra vez a hincarse de rodillas y
a repetir las gracias a Dios de aquel beneficio, y lo mismo hacen todos ellos."
Gonzalo Fernández de Oviedo, que llego al Darien con Pedradas, transcribe una
información tomada de los mismos expedicionarios:

" Y un martes veinticinco de setiembre de aquel año de 1513, a las diez de la mañana,
yendo el Capitán Vasco Núñez en la delantera de los que llevaba por un monte raso arriba,
vio desde encima de la cumbre de la mar del Sur, antes que ninguno de los cristianos
compañeros que allí iban , y volvióse incontinente la cara hacia la gente, muy alegre,
alzando las manos y los ojos al cielo, alabando a Jesucristo y a su gloriosa madre la Virgen,
Nuestra Señora, y luego hincó ambas rodillas en tierra y dio muchas gracias a Dios por la
merced que la había hecho, en el dejar descubrir aquella mar, y hacer en ello tan grande
servicio a Dios y a los Católicos y Serenísimos Reyes de Castilla, nuestros señores, que
entonces era el Católico Rey don Fernando, quinto de tal nombre, que ganó Granada, y
gobernaba a Castilla por la Reina doña Juana, su hija, madre de la Cesárea Majestad del
Emperador don Carlos, nuestro señor, y a todos los otros reyes sus sucesores .

Y mandó a todos los que con él iban que asimismo se hincasen de rodillas y diesen las mismas gracias a Dios por ello, y le suplicasen con mucha devoción que les dejase descubrir y vieran los
grandes secretos y riquezas que en aquella mar y costas había y se esperaba para ensalce
mayor y aumento de la fe cristiana, y de la conversión de los naturales indios de aquellas
partes australes, y para mucha prosperidad y gloria de la silla Real de Castilla y de los
príncipes presentes y por venir. Todos lo hicieron así muy de grado y gozosos, y en
continente hizo el capitán cortar un hermoso árbol, de que se hizo una cruz alta, que se
hincó y fijó en aquel lugar y monte alto, desde donde se vio primero aquella mar austral. Y
porque lo primero que se vio fue un golfo o ancón que entra en la tierra, mandóle llamar
Vasco Núñez golfo de San Miguel, porque era la fiesta de aquel arcángel desde a cuatro
días; y mandó asimismo que todas aquellas personas que se hallaran con él fuesen escritos
sus nombres para que de él y ellos quedase memoria, pues que fueron los primeros
cristianos que vieron aquella mar; los cuales todos cantaron aquel canto de los gloriosos
santos doctores de la Iglesia, Ambrosio y Agustín, así como un devoto clérigo llamado
Andrés de Vera, que en esto se halló, lo cantó con ellos con lágrimas en los ojos de muy
alegre devoción, diciendo: Te Deum laudamus, Te Dominum confitemur, etc.".
Vasco Núñez, " hombre que no sabía estar parado", dice Gomara, exploró nuevas tierras del
Darién, aprovechando el camino de regreso a la Antigua. Entró a poblados desconocidos,
peleó y concertó alianzas con una lista larga de caciques, intercambiando oro y perlas de los
indígenas por hachuelas y baratijas de colores. Costeó más allá del golfo de San Miguel,
sorteando olas gigantescas que lo hicieron encallar en islotes. 

El cacique Chiape le advirtió que era temporada de fuertes vientos; mas Vasco Núñez no podía estar quieto. Pulió la táctica que le granjeó amistades y temores entre los naturales: los ponía en aprietos,
persiguiéndolos y soltándoles los mastines; luego ganaba la amistad de los hijos y estos
servían para apaciguar las rebeldías y ganar tratos de paz y amistad. Tumaco, uno de los
señores de aquellas tierras, le entregó oro, perlas y alimento y les reveló las faenas de los
buceadores que a punta de pulmón extraían las valvas de las profundidades del mar.
Hombre de andar ligero, también experto en captar simpatías, Vasco Núñez retornó a la
Antigua con séquito de guerreros y criados, varios de ellos hijos de caciques que ansiaban
vivir con cristianos para aprender dellos lengua, costumbre y religión. Gomara así describe
la entrada a la Antigua: " Fue recibido Vasco Núñez de Balboa con procesión y alegrías, por
haber descubierto la mar del Sur y traer muchos dineros y perlas. El se holgó infinito por
hallarlos buenos, bien proveídos y acrecentados en número; que a la fama acudían allí de
Santo Domingo. Tardó en ir y venir, y hacer cuanto digo, aunque sumariamente, cuatro
meses y medio. Pasó muchos trabajos y hambre. Trajo, sin las perlas, más de cien mil
castellanos de buen oro, y esperanzas tomando allá, de haber la mayor riqueza que los
nacidos vieron, y con esto estaba tan ufano como animoso. Dejó muchos señores y pueblos
en gracia y servicio del Rey, que no fue poco. No le mataron español en batalla que
hubiese, y hubo muchas, y todas las venció; que no hizo tal ningún romano. Nunca lo
hirieron, que atribuyó él mismo a milagro y a las muchas rogativas y votos que hacía".
Sin embargo, la gloria del descubrimiento de la mar del Sur no disipó las dudas del
gobierno monárquico sobre Vasco Núñez de Balboa. Contribuyeron a la desconfianza real
los informes del tesorero Pasamonte sobre la expulsión de Nicuesa de la Antigua; la
relación suministrada en la corte por el bachiller Enciso y la deslealtad de Caicedo y
Colmenares. 


Ciertamente, el viaje a la mar del Sur elevó la condición de Balboa de alcalde
de la Antigua a Adelantado Mayor. En el intervalo del episodio de Nicuesa al
descubrimiento de la mar del Sur cambió su situación, de un día para otro, pasando de
virtual fugitivo de la justicia a miembro prominente de la élite de la conquista.
Pero, por encima de las intrigas y las ingratitudes, puso pesar más la influencia política de
Pedradas Dávila. El monarca sucumbió al favoritismo cortesano, posponiendo las hazañas
de los conquistadores. Hernán Cortez, Pedro de Alvarado, muchos más de los grandes
guerreros del Nuevo Mundo, recibieron ingratitudes antes de honores. Vasco Núñez levantó
a pulso la Antigua. Batalló a sangre y fuego con los naturales y obtuvo su conversión en
aliados amistosos. Atravesó a pie ida y vuelta la selva del Darién; amplió enormemente la
vastedad del dominio colonial hispano; abrió la ruta marítima de comunicación con el
imperio incaico y el continente asiático; modificó la cosmografía a un punto que no pudo
interpretar cabalmente la ciencia del siglo XVI; confirmó la esfericidad del planeta, sin ser
ese su propósito.

Se especuló en la época que la mala suerte de Balboa radicó que se nombró a Pedrarías
Dávila antes de conocerse el descubrimiento de la mar del Sur. La demora de Pedro
Arbolancha en la entrega de la relación del descubrimiento de Vasco Núñez se atravesó en
su destino. Sin embargo, nos inclinamos a pensar que prevalecieron las influencias de tipo
político en la decisión del rey sobre las autoridades de Castilla del Oro.